A menudo los niños no son conscientes de sus avances ni
de sus conquistas. No creen alcanzar nuestras expectativas y tienden a la
tristeza y a la desmotivación. Se comparan en una única dimensión y no
reconocen los cientos de avances que hacen cada día y que les permiten madurar.
No tienen instrumentos para valorar su mejora o su cambio y acaban por fijarse
solo en lo negativo sin apreciar sus múltiples avances.
Debes ayudarle a que se percate de sus pequeños
o grandes avances en otros campos, para que ese éxito sea un trampolín para
atreverse a probar nuevos desafíos. Darse cuenta de que ha conseguido pequeños
cambios le ayudará a sentirse competente y capaz de cambiar
en áreas más difíciles y arriesgadas.
Hazles notar esos momentos de pequeños triunfos
y conviértelos en anclajes para futuras situaciones en los que
se sienta incompetente. Compara una experiencia ya vivida con la situación
nueva, de modo que pueda recordar cómo la solucionó y que sensaciones sintió,
adaptando las viejas estrategias a la nueva situación.