miércoles, 24 de abril de 2019

BASÍLICA SANTA LUCÍA DEL TRAMPAL

Basílica de Santa Lucía del Trampal

Se puede decir que la Basílica de Santa Lucía del Trampal es un edificio único por sus peculiares rasgos arquitectónicos y por ser uno de los pocos edificios de la España visigoda que se conservan en la mitad sur de la Península.  En su construcción se emplearon materiales procedentes de edificios de época romana y prerromana, por lo que el edificio y su entorno constituyen un verdadero tesoro histórico.


El templo está situado en un paraje a unos 3 kilómetros de Alcuéscar, cerca de Montánchez, en la comarca de Montanchez y Tamuja. Desde Alcuéscar se accede a través de una carretera rural que parte de la calle Fuente del Castaño. Pasados unos 3 kilómetros encontraremos a la derecha el centro de interpretación, que dispone de aparcamiento.


Debido a la dificultad de datación y a las peculiaridades del edificio, no está clara la fecha exacta de construcción.  Algunas fuentes indican que la construcción finalizó a mediados del siglo VII (arquitectura visigoda) y otros expertos retrasan la fecha hasta principios del siglo VIII (influencia mozárabe).

Parece estar claro que se aprovecharon los cimientos de un edificio anterior. Sin embargo la basílica fue construida en su totalidad en una única etapa.
La estructura original incluía una nave principal y dos pequeñas naves laterales que formaban el cuerpo principal, seguido de un pequeño coro que daba paso al crucero.
La cabecera del templo es realmente singular ya que está formada por tres naves independientes y separadas, un ábside triple. Hay que tener en cuenta que en esa época el número 3 se asociaba a la herejía, relacionada con el credo arriano, cuya interpretación de la Trinidad era diferente.
El crucero estaba dividido en siete tramos por seis pares de columnas que sostenían los arcos de herradura. Toda la estructura del edificio estaba basada en estancias de dimensiones reducidas para permitir el abovedado completo. La cubierta estaba formada por bóvedas y pequeñas cúpulas de piedra.
Junto a la basílica existían otras construcciones, que formaban parte del monasterio. Este conjunto monástico debió tener bastante importancia en la zona. Sin embargo, con la llegada de los árabes en el siglo VIII, la actividad del monasterio se vería pronto limitada y hacia el año 900 fue finalmente abandonado.
A finales del siglo XV se reconstruye el cuerpo principal del templo, bastante deteriorado después de más de cuatro siglos de abandono. Buscando  una estructura más sencilla, los nuevos pobladores eliminaron las dos naves laterales para conseguir un único espacio interior en el cuerpo principal y se construyeron los arcos  ojivales (estilo gótico) que se pueden ver en la actualidad para soportar la nueva cubierta de madera.
Esta nueva etapa se dedica la iglesia a Santa Lucía y la vida del monasterio se prolonga de forma más o menos próspera hasta finales del siglo XVIII.  A partir de ese momento la basílica, ya en declive, parece que pasa a tener una función no religiosa. Durante la ocupación francesa fue utilizado como fortín y posteriormente como almacén y establo.
A finales del siglo XX se redescubre el edificio en un estado lamentable y comienza el proceso de recuperación y puesta en valor.
Muy cerca de la basílica está el Manantial del Trampal, que da nombre al templo, rodeado de naranjos.  Junto al manantial se encuentra el antiguo molino de agua. 
El entorno natural de la zona es muy bello, toda la falda de la Sierra del Centinela está poblada por grandes dehesas de alcornoques. En la parte superior de la sierra, al lado de la localidad de Alcuéscar, se levanta la Ermita del Calvario, junto a la que hay dos miradores naturales desde los que podremos ver la Sierra de Montánchez a un lado y las grandes llanuras de Cáceres al otro.