Ésta es la maravilla de los alumnos de sexto curso.
Entre encinas y retamas, bajo el silencio de la dehesa sólo roto por el trascurrir de las agua del río Tamuja y los ecos lejanos del ganado bovino de la comarca, el castro vetón de Villasviejas del Tamuja descansa, recordando mejores tiempos cuando los vetones, pueblo prerromano de cultura celta, lo fundaron sobre una serie de colinas de fácil defensa, llegando a acuñar moneda propia en su época de máximo esplendor, dándole vida a uno de los poblados más importantes de la Extremadura antigua.
Cercano al actual pueblo de Botija, en plena comarca de Montánchezastro de Villasviejas del Tamuja se ha identificado tradicionalmente con la ciudad Vetona levantándose durante la II Edad de Hierro y habitándose desde el 400 a.C hasta el siglo I a C, dándose su abandono tras la conquista y posterior romanización de la zona. Sin embargo, la riqueza minera de la misma, que propició la fundación del castro como centro de explotación de los yacimientos de plomo argentífero de la comarca, siguió apreciándose en época romana, llevando a la cercana colonia de Norba Caesarina a seguir con su explotación hasta el siglo II d.C, lo cual ha llevado a creer que junto al castro pudo erigirse un posterior recinto romano, siendo por tanto el actual yacimiento arqueológico una diposis u " oppida".
Arriba: Vista general del yacimiento de Villasviejas del Tamuja
Abajo: En las zonas excavadas del interior del castro, aún pueden encontrarse granitos usados en la vida cotidiana del pasado.
Pueden observarse aún hoy en día restos de labor que ocuparon en el lado occidental del castro, junto a la ribera del río Tamuja, siendo ésta zona la más escarpada y de defensa natural del mismo. Por otro lado, las recientes excavaciones han sacado a la luz viviendas del interior del poblado, así como dos necrópolis, con abundante e interesante material arqueológico.
Abajo: muros internos del poblado, junto al adarve.
De estructura social jerarquizada, contaban con una importante base militar, estando su economía dedicada a la agricultura, artesanía y comercio, pero principalmente a la ganadería. Como muestra de ello, sus manifestaciones artísticas más importantes y conocidas son los llamados " verracos" esculturas zoomorfas que representan toros y cerdos, e incluso en algunos jabalíes.
La función de éstos ha sido muy debatida, pudiendo tener un fin conmemorativo o religioso, o bien como señalización de zonas o fronteras de las poblaciones.
En el caso de Villasviejas del Tamuja se conservan en buen estado dos verracos, uno de ellos ubicado en las escalinatas de acceso al I.E.S. El Brocense de Cáceres y otro en la Sala 3 del Museo Provincial de la misma ciudad, donde podremos también disfrutar de los ricos restos arqueológicos que se han rescatado del yacimiento, así como de sus necrópolis: urnas, recipientes para líquidos, cerámicas diversas, puñales, etc.
Partiendo de Cáceres, el trayecto más recomendable para llegar a la localidad de Botija es a través de la carretera EX-206, en dirección a Miajadas. Justo a la altura de Torremocha encontraremos el desvío que, a mano izquierda, conecta Botija.
Una vez en el pueblo, la carretera nos conducirá a un cruce de caminos, donde la continuación recta de la misma nos llevaría a Plasenzuela, el desvío a la derecha al centro de la población, y el de la izquierda, a la dehesa boyal.
Será este último el tramo que escojamos, y tras pasar el paso canadiense, un camino acondicionado nos sumirá en la dehesa, rumbo al yacimiento.
El vehículo tendremos que dejarlo en una zona habilitada al final del trayecto asfaltado.
Allí, la ruta sigue hasta la zona arqueológica, delimitada por un vallado que podemos superar.
Una vez dentro, y siguiendo el mismo camino, nos adentraremos en el castro, vislumbrando resto de materiales del mismo reutilizados en los muros de los campos de labranza que lo ocupan, y la zona de excavaciones sobre la ribera del río Tamuja, donde con el tiempo se recuperará lo que en otro tiempo fue orgullo del pueblo vetón, para orgullo actual de Extremadura.